- 27 marzo, 2012
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- blue economy, cubierta verde, green roof, invernadero urbano, urban greenhouse
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La idea de utilizar las cubiertas de los edificios como espacios de cultivo no es nueva, es más, hoy en día se considera una de las transformaciones necesarias en el camino hacia las Smart Cities. El aumento de la población, que habrá doblado su número en el año 2050, está poniendo en duda nuestra capacidad de generar recursos para abastecer a unas ciudades cada vez más superpobladas y el aprovechamiento de las cubiertas parece ser una de las soluciones más inmediatas para promover el autoabastecimiento y la cooperación entre ciudadanos y conseguir un modelo de ciudad sostenible.
Pero el cambio no es tan inmediato, adaptar una azotea para convertirla en un pequeño huerto de lechugas es asequible para cualquiera que se lo proponga, pero llegar a autoabastecernos de forma autónoma es más complejo y requiere una cierta capacidad de organización, aprendizaje y cooperación por parte de los vecinos.
De esta problemática ya se han dado cuenta algunas empresas especializadas en cubiertas verdes, quienes están investigando e innovando para conseguir verdaderos centros productivos de alimentos a nivel local. Es el caso de la empresa holandesa Except, que a través del sistema de invernadero Polydome intenta facilitar la tarea de cultivo convirtiéndola en asequible para cualquiera que se proponga producir sus propios alimentos.
El sistema Polydome se basa en el concepto Blue Economy, mediante el cual los residuos son absorbidos y se utilizan para regenerar el ecosistema. Su funcionamiento respeta la máxima de cero residuos y mediante la generación de un ecosistema complejo se consigue reducir el mantenimiento y a la vez facilitar el cultivo de una variedad mayor de frutas y verduras.
El sistema de invernadero, podría abastecer, según sus diseñadores, hasta el 80% de las necesidades alimenticias de una ciudad de baja densidad como Rotterdam utilizando tan solo el 3% de su superficie de azoteas.
La idea se basa en el sistema de policultivo, que aprovecha, al igual que la naturaleza, los residuos de plantas no aptas para consumo o excrementos de animales como fertilizante para las nuevas cosechas. Se crea un pequeño ecosistema que introduce además animales de granja como los pollos o gallinas, pequeños estanques con peces e insectos como las abejas para producir miel. Con la diversidad se intenta imitar el proceso de un ecosistema natural y se reduce la necesidad de fertilizantes y pesticidas. Además, se experimenta con el cultivo hidropónico en el que se reduce la necesidad de tierra fértil que es substituida por agua y minerales.
El éxito del sistema se basa en que su mantenimiento se convierte en una actividad rentable, la gran capacidad de producción del invernadero policultivo permite a sus promotores vender el excedente obteniendo beneficios económicos además del ahorro conseguido mediante el autoabastecimiento de alimentos. Así por ejemplo, una pequeña comunidad de vecinos podría ceder su espacio de azotea para ser cultivado por un tercero, quién podría obtener beneficios por la venta de los cultivos a cambio de ceder una parte de la producción a los vecinos.
Hará falta esperar para valorar la capacidad humana de cooperar en este tipo de procesos que sin duda serán indispensables para conseguir un sistema productivo sostenible.
Más información acerca del proyecto en la página de POLYDOME